miércoles, 28 de junio de 2017

Escribir y borrar.

Siempre fue asi mi historia, escribir y borrar, nunca había visto historia más larga que la mía, duro 20 años... (Sigue durando)
Escribía y borraba cada pensamiento, por miedo a que respuesta iba a recibir del otro lado, por miedo a si eso iba a lastimarme más que todo lo que me habían lastimado en mi vida, por miedo a que se me saliera la cascarita de la herida ya sana, por miedo.
Todas las noches la mente se iba a un lugar recondito dentro de mis recuerdos, mayormente los peores, y en esa minoría dentro de los mejores, aparecía esa sonrisa tan lejana que la desconocía como mía, hasta sospeche que era alguien más que tenia mi cara, mi cuerpo y era igual a mi. Noches de insomnio eterno, donde solo dormía mi cuerpo, pero mi mente no descansaba nunca, era como si estuviese en una ruleta rusa y los cuchillos se clavaban siempre en mi, nunca paraban de lanzarse, cada recuerdo era un cuchillo. Uno más filoso de todos los de mi casa juntos, inclusive el cuchillo afilador.
Noches de puchos interminables, donde se me terminaba una caja en menos de una hora, donde sentía que cada uno de ellos me aliviaba un poco el dolor. Fueron charlas eternas de puchos con amigas, y conmigo misma, donde no entendía porque la lejanía de esa sonrisa sincera, era como si fuese de otro cuerpo, de otra persona, donde para mi solo era una sueño verla. Entendí que me había enamorado de una sonrisa que jamas iba a tener (o al menos eso sentía que iba a suceder). También entendí que nunca pude tener una charla profunda donde se me desnude el alma con alguien, solo pude tenerla conmigo en mi cabeza, y no encontraba respuestas, las necesitaba tanto.
Podía sentir como esa sonrisa se desprendía de mi cada día más, y hasta llegue a pensar que el día en que se desprendiera completamente iba a ser muy pronto. En cierto punto me sentía aliviada de que nadie iba a sacarmela a la fuerza, sino que solamente se desprendía porque yo nunca pude hacer oídos sordos aunque quisiese.
Que locura pensar que alguien podía entender a este desastre con 20 años y mil mambos en la cabeza, que locura pensar que me aliviaba un cigarrillo y no una persona, aunque tengo que aclarar que nunca fui dependiente de nadie, y con ese nadie me refiero a ninguna persona, porque si soy y fui dependiente únicamente de mi mente, esa que me destruyo mil veces y aunque quisiese cambiar que la que se desprenda de mi sea mi mente y no mi sonrisa. Me dolía la mente. Si, la mente. Porque era la que más me destruía.
¿Y que decir de ese vacío interminable que sentía? Era de lo único que estaba segura que nunca iba a terminar, era como si creía eso más eterno que el amor.
Una vez más borre algo, mi sonrisa, por miedo a que desaparezca por la fuerza de otra persona.
Una vez más escribí algo, por miedo de no llegar a contarselo a alguien más.

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